Dormir bien puede proteger del cáncer.
Un experimento con ratones llevado a cabo por científicos de la Universidad Thomas Jefferson, en Philadelphia (EEUU), podría ayudar a comprender porqué las mujeres que trabajan en turno de noche tienen una mayor tasa de cáncer de mama. La clave está, según este trabajo financiado por el Instituto Nacional del Cáncer, en una sustancia llamada melatonina, que regula los ciclos noche-día del organismo, pero que también podría estar implicada en el proceso tumoral.
Según los resultados que da a conocer esta semana la revista ‘Cancer Research’, la exposición a la luz artificial en las horas nocturnas podría estimular el crecimiento de los tumores de mama mediante la supresión de los niveles de melatonina.
Estas conclusiones, según los autores del estudio, dirigido por David Blask, especialista del Instituto de Investigación Bassett (en EEUU), podrían explicar entre otras cosas porqué los países industrializados encabezan las tasas de cáncer en todo el mundo. «El riesgo de desarrollar cáncer de mama en una región desarrollada es cinco veces superior a la de los países en desarrollo», le secunda Les Peinlib, miembro del Instituto estadounidense de Salud Medioambiental (NIEHS), «y estos resultados sugieren que el uso de luz artificial por la noche, tanto en casa como en los centros de trabajo, podría ser un factor significativo».
Hasta ahora, investigaciones previas ya habían demostrado que esta iluminación era capaz de suprimir la producción de melatonina, la hormona que regula los ciclos de sueño y vigilia, pero el nuevo trabajo añade nueva información sobre el papel de esta sustancia en el crecimiento tumoral.
Para demostrarlo, los científicos inyectaron células cancerosas de origen mamario (y humano) en varios roedores de laboratorio. Una vez que los animales habían desarrollado un tumor, les inyectaron muestras de sangre tomadas de 12 mujeres sanas y que habían sido tomadas en condiciones diferentes: de día, de noche tras dos horas de absoluta oscuridad y por la noche después de 90 minutos bajo la luz de un fluorescente.
«La sangre rica en melatonina (tomada en absoluta oscuridad) frenó el desarrollo tumoral», explica Blask, «y esto se debe a un efecto directo de esta sustancia en las células enfermas». Por el contrario, en los animales a los que se les inyectó la sangre tomada en condiciones de luz artificial se observó «un rápido crecimiento [de la neoplasia], comparable al de la luz del día, cuando la actividad tumoral es particularmente alta».
A juicio de otros especialistas del Instituto Nacional del Cáncer, estos descubrimientos siguen añadiendo evidencias que demuestran que la alteración del ritmo circadiano (que regula el sueño) está asociada a la aparición de cánceres en el ser humano.
«Estos efectos son especialmente preocupantes para las personas que pasan largos períodos de tiempo con iluminación artificial cuando preferirían estar durmiendo», apunta otro de los coautores del estudio, Mark Rollag, especialista de la Universidad de Virginia. Y como apunta Richard Stevens, un epidemiólogo que ha estudiado ampliamente este tema: «Si esta relación se confirma en trabajos posteriores, esto tendría un impacto inmediato en los modos de producción y en el uso de luz artificial en estos países».