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Las primeras niñas que fueron vacunadas contra el virus del papiloma humano (VPH) tienen un menor grado de cáncer de cuello de útero, según ha puesto de manifiesto un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, que ha sido publicado en el International Journal of Cancer.

Los efectos de la vacuna contra el VPH, que en 2009 se convirtió en parte del programa danés de vacunación infantil, han sido examinados por investigadores de la Facultad de Ciencias Médicas y de la Salud de la Universidad de Copenhague, llegando a la conclusión de que «funciona».

«Es el primer estudio en el mundo para probar la vacuna Gardasil-4 a nivel poblacional. El programa de vacunación infantil, que incluye la vacuna contra el VPH, está dirigido a toda la población. Por lo tanto, es importante observar a toda la población y el efecto de la vacuna después de la primera evaluación de mujeres de 23 años», señala una de las autoras del trabajo, Elsebeth Lynge.

En concreto, los científicos analizaron la cohorte de nacimientos de 1993, la primera en recibir la vacuna, y posteriormente la compararon con una cohorte de nacimientos de 1983 a la que no se ofreció la vacuna contra el VPH. Las dos cohortes de nacimiento de mujeres son comparables y se parecen entre sí en cuanto al nivel de educación y la edad promedio de debut sexual, entre otras variables.

Asimismo, examinaron los resultados de la primera prueba de detección cervical de las mujeres. La cohorte de nacimientos de 1993 fue invitada a una prueba de detección en 2016, mientras que las mujeres nacidas en 1983 tuvieron su primera prueba de detección en 2006, antes de que la vacuna fuera comercializada.

De esta forma descubrieron un 40% menos de riesgo de displasia severa en la cohorte de nacimientos de 1993 en comparación con la cohorte de nacimientos de 1983. «Esto significa que hay que remitir a un número menor de mujeres a un ginecólogo para que las examine más a fondo y se tome una muestra de tejido. Finalmente, también esperamos que haya menos enfermas», ha dicho la primera autora del estudio, Lise Thamsborg.

Las niñas de la cohorte nacida 1993 tenían 15 años cuando recibieron la vacuna. Los investigadores esperan que el efecto sea aún más pronunciado en la actualidad, cuando a las niñas ya se les ofrece la vacuna a la edad de 12 años.

El siguiente paso es examinar las muestras de tejido tomadas de mujeres con displasia. El objetivo es conocer si han desarrollado casos de displasia leve y grave, respectivamente, y de ser así, cómo se han desarrollado.

Fuente: https://www.univadis.es