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Los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer y las secuelas de la enfermedad en sí pueden presentarse meses e incluso años después de haber completado la terapia. Así lo han puesto de manifiesto expertos en Oncología, que han presentado en el Congreso ESMO 2017 diversos hallazgos relevantes para los adolescentes y los adultos jóvenes que han superado un cáncer.

En este encuentro científico se ha podido comprobar que la atención sanitaria a este grupo de edad es mejorable, sobre todo en cuanto a atención e investigación pensadas específicamente para esta población de pacientes. De cara al futuro, investigadores presentes en este encuentro han advertido que las secuelas de la enfermedad a largo plazo pueden tener consecuencias en la vida laboral de los supervivientes.

Los autores del estudio NOR-Cayacs indagaron sobre la vida laboral de los pacientes a quienes se había diagnosticado cáncer entre los 19 y los 39 años. El conjunto de personas incluidas en la investigación se identificó a partir de la base de datos del Registro Noruego de Cáncer. Se incorporaron al estudio casos de melanoma, cáncer colorrectal, cáncer de mama entre fases I y III, linfoma no Hodgkin y leucemia, diagnosticados entre 1985 y 2009.

Para ello, se pidió a los pacientes que respondieran (en 2015) a un cuestionario sobre los efectos del tratamiento a largo plazo, y que puntuaran su capacidad laboral en una escala de 0 a 10. En total, 1.198 personas respondieron. La mediana de edad en el momento de realizar el sondeo era de 49 años, con una media de 13 años desde que se sometieron al primer tratamiento. El 60 por ciento de los encuestados estaban trabajando a jornada completa.

Los autores vieron que las puntuaciones más bajas en la escala de actividad laboral estaban asociadas con un nivel educativo inferior, eran más frecuentes entre mujeres, así como en personas con linfedema, depresión, fatiga y menor calidad de vida en términos de bienestar físico y percepción de la propia salud.
“Hemos visto que los efectos psicológicos y físicos del cáncer y otras enfermedades tienen mucho que ver con una reducción en la capacidad laboral”, ha dicho la autora principal del estudio, Cecilie Kiserud, del Hospital Universitario de Oslo (Noruega).

Tratamientos menos tóxicos

Tal como explica Álvaro Lassaletta, especialista del Servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital Universitario Niño Jesús (Madrid), hace entre 15 y 20 años, los oncólogos empezaron a estudiar los efectos secundarios a medio-largo plazo de los pacientes: “Pasamos de buscar la curación a tener como objetivo curar a los pacientes con el menor número de secuelas posibles”.

A su modo de ver, el estudio de estos efectos secundarios a largo plazo en los supervivientes de cáncer ha hecho que los especialistas presten una particular atención a los tratamientos para limitar al máximo la posibilidad de que se sufran secuelas sin disminuir la probabilidad de curación. Éstas incluyen desde la aparición de segundos tumores hasta el mayor riesgo en de desarrollar enfermedades cardiovasculares, pasando por la disminución de la fertilidad.
Lassaletta ha explicado que ése es el motivo de que sea tan abundante la investigación de nuevos tratamientos de quimioterapia con menor toxicidad, y que proliferen los estudios sobre técnicas de radioterapia que permiten reducir al mínimo el área de tejidos sanos expuestos a la radiación. “Por todo ello, creo que los tratamientos en pacientes con cáncer continuaran aumentando la supervivencia de los pacientes y disminuyendo los efectos secundarios a largo plazo”, ha declarado.

Fuente: redaccionmedica.com